Un sueño hecho realidad

24 de marzo de 2016. Sergio Estríngana, Jesús Canfran y Montse Camino. 

Llevamos mucho tiempo preparando la travesía pero hay un paso que se resiste, y en el puente del Pilar en el albergue de Marga nos encontramos con gente que ya la estaba haciendo: preguntas, datos, pero todavía había dudas.
En el puente de diciembre estábamos buscando refugio en Valsalobre y tropezamos con nuestros amigos Pedrito y Kary. Ahora la duda estaba resuelta.
Y ya esta Semana Santa fuimos a tiro hecho, a ver si encontrábamos el maravilloso paso hacia la galería de Myote desde el gran pozo. En otras ocasiones ya había estado el club por allí, pero no había manera de encontrarlo.
Ese día nos levantamos pronto, estábamos en el Albergue de Soba y habíamos quedado con Cristina a las 7 para que nos preparara el desayuno (sí, lo sé, también los espeleos tenemos que cuidarnos). Pues eso, cafetito hecho, pan casero, bizcocho, unos huevos fritos con bacon… esos “detalles” que alegran la vida.
A punto de entrar... ¡ya olíamos el paso!
A eso de las 10 ya estábamos preparados para entrar, en el parking junto al cruce de La Gándara. Un mensajito al whatsapp del club, y pá dentro.
Sergio era el que menos hacía que había estado allí, Canfran y yo llevábamos un poquito más, pero ninguno tuvo dudas hasta la sala del Angel. Claro ¡¡si aquello parecía una autovía con tal cantidad de catadiópticos!!
¡Menuda currada se pegó Canfran para instalar el pasamanos de acceso a la sala! Con una cuerda de 54 nos llegó “justa”, saltando algún fraccionamiento.
En la zona de las excéntricas nos paramos un momento para contemplar las que todavía quedan y… a la aventura. A partir de este punto los cata son casi inexistentes, íbamos avanzando por el caos de bloques y llegamos al vivac de los franceses en un pis-pas. Todos nos acordábamos de los detalles hasta ahí.
Un descanso delante de la boca
A partir de ese momento se puso Canfran en cabeza y fue diciendo de memoria todo el camino: a tiro hecho hasta el gran pozo. Y allí, las referencias eran bordearlo por la derecha (¡ojo! el pasamanos es un poco deficiente), bajar apenas unos metros y enseguida encontramos la boca que sopla (“con la ayuda del vecino, mi padre mató un cochino…” –dicho castellano-).
Canfran señalando el paso
Cuando ya sabíamos cuál era la boca, y durante las fotos, nos acordamos del resto de compañeros del club que lo han intentado en varias ocasiones y que es seguro que han estado a pocos metros de allí, al filo de lo imposible… No encontraron el puñetero paso por lo lejos que pilla de la boca (tardamos 6-7 horas desde la entrada), que al no hacer vivac es un esfuerzo muy grande para un día.
Con la satisfacción del deber cumplido avanzamos un poco por la galería de Myote, pero no tardamos en empezar a desandar el camino. Al regresar al vivac de los franceses comimos, y con el estómago lleno otra vez de camino.
En la sala del Angel estuvimos parados mucho rato porque nos encontramos un grupo de 4 bajando ¡qué suerte tuvieron! Pasamanos instalado, a punto para montar su vía.
Después del parón continuamos marcha hasta salir de la cueva.
El sitio donde más tacos oí fue en el Delator, a la vuelta ¡qué poco nos gusta doblar el espinazo! La ida se notaba que íbamos con ganas y con la incertidumbre de lo que nos íbamos a encontrar.
A las 23:30 ya estábamos fuera, contando las batallas por el whatsapp y poniendo los dientes largos a más de uno.
Unas limonadas… duchita, cenita, y a dormir ¿mañana más? Nooooo. Al día siguiente de turistas a ver la surgencia del río Gándara ¿cuánto tardaremos en hacer alguna de las Txomín? Je je
Y en cuanto a la travesía... ya estoy dentro oliendo a calle.

Canfran y Montse

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