Cuevamur

A día 19 de julio de este mismo año, de nuevo el grupo de cursillistas y espeleólogos de Abismo a una hora prudente comenzamos una nueva aventura como destino Cuevamur.

Para la realización de dicha travesía nos dividimos en dos grupos, los primeros formados por Nacho, Toño, Arturo, Santos y Mª Jesús en torno a las 10:00 de la mañana, sin embargo los restantes componentes, Sergio, Irene, Javier, Jesús y Rafa saldríamos una hora después para impedir que nos juntásemos en una misma galería. Y al igual que en el amor, quien lo sigue lo consigue, el segundo grupo alcanzó al primer grupo en una gran sala.
Bueno, no quiero ser muy directo, voy a comenzar desde el principio, en mi caso, yo iba en el segundo grupo con unas personas muy atléticas y desarrolladas para este deporte, pero en mi caso iba acompañado de un crack que se tomaba las travesías con filosofía, tranquilidad y paciencia ante el espécimen que llevaba delante.


El acceso a Cuevamur era sencillo y agradable, aunque estaba un poco alto, siempre estaba la posibilidad de realizar la técnica de “arrastra culo” para acceder de un tramo a otro. Ya dentro de la cueva todo iba sobre ruedas, comenzando con unos pasamanos relajados y algunos tramos de andar sin ayuda de cuerdas. Más adelante nos encontramos un pozo de escasos metros para acceder a una nueva sala que nos llevaría hacia una larga gatera que finalizaría en la entrada a una INCREÍBLE sala, para ver a nuestros adelantados compañeros que realizaban ese gran descenso de cerca de 60 metros.
Antes de llegar a la gran rampa realizamos un tramo de pasamanos dejando a nuestras espaldas una gran caída inexistente, pues nuestros equipos nos daban esa confianza y seguridad, aunque el confort era relativo, pues se ajustaba de más hacia nuestras partes jajajaja.

Con la realización de cada uno de los compañeros, accedimos a la zona más baja “conocida” de la sala, y como en todo juego al finalizar una pantalla iniciamos otra nueva, un ascenso sencillo porque había incrustadas en la rocas los restos de anteriores pasos, es decir, había una especie de escalera “natural” en la roca.

Continuando nuestra aventura, finalmente dimos caza a nuestros adelantados compañeros que muy amablemente nos permitieron formar parte de su grupo XD, y realzado dicho trámite se nos pasó por la cabeza hacer una exploración improvisada, hasta que en lo más profundo de la cueva escuchamos la voz de Sergio gritando “¡Tierra!........, digo, perdón, ese no es el camino, sino este otro”.
Para continuar por esas grandes galerías hasta una sala mediana, maravillosa por sus construcciones cristalinas y puntiagudas, obras del agua y del paso del tiempo, lugar idóneo para hincar el diente al espeté y otros comestibles.

Continuando nuestro camino hallamos uno de los tramos más complicados, unas estrecheces en las que el compañero de delante nos servía de apoyo y confianza, además del hecho de que el pecho de Santos ya había pasado. Ya pasado este tramo lo siguiente tan solo era admirar las fantásticas formaciones y estructuras que nos regalaba la naturaleza, a través de un camino fácil y sin agobios, salvo por algunas gateras.

Finalmente llegamos a una gran sala se introducía en la gran sala de inicio por la que hicimos un gran descenso. Como dato de la vuelta y por los testimonios de los compañeros el cansancio hacia mella en cada uno de nosotros de una forma y otra, en donde la experiencia era el mejor amigo para pasar esos tramos recordamos por haberlos superado horas atrás. 

Descubriendo la salida por medio de una bofetada de calor y la imagen de todos los compañeros a la espera de los desinstaladores de cuerdas (Sergio, Irene y Jesús) y llegar al punto de reunión con Paco y Motse para descansar y poner los pies en la carretera de vuelta a casa.


Rafael Acedo

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