Mil veces pasé por la autovía y mil veces miré hacia aquella
cascada que asomaba al Este de Somosierra.
Por allí, decían, se encontraba el nacimiento del río Duratón, el
insigne río segoviano-pucelano, el río de las famosas hoces embalsadas.
El día anterior, algunos habíamos pasado una jornada genial
en Sigüenza con eso del
asalto al castillo. Pero queríamos más. Así que nuestra barranquista de
pro, Montse, había organizado una salida fulminante para hacer las cascadas del
nacimiento del Duratón para el día siguiente.
En esta ocasión nos acompañarían Irene y Peter del GAEM.
Yo que conseguí un
neopreno in-extremis (gracias Manu!), pude apuntarme y volver hacer una
actividad de la que no se tenía noticia desde 2009.
Preparados con el habitual look prebarranco, tiramos para
arriba con un calor de aúpa dadas la horas que eran (entorno a las 17h). Nos
metimos un buen desnivel de aproximación (parece que tomamos un sendero directo
que linda con el escarpe rocoso en vez de hacerlo por otro más pausado).